Entrevista Alicia
Escamilla

“Experimenté una especie de epifanía, al percatarme de que la vida es para hacer a partir del ser auténtico”

Estamos con Alicia Escamilla, artista multidisciplinaria radicada en Puebla.

Alicia, hablemos de ti, hoy es todo sobre ti, ¿de dónde eres? y ¿Qué camino has tenido que recorrer para llegar a ser artista plástico?

¡Hola, Vianney! En primera quiero agradecerte por brindarme este espacio y la oportunidad de compartir con tu público sobre mí y mi trabajo artístico. Nací y crecí en Puebla. Me atrevo a decir que mi formación artística comienza desde mi infancia, cursé clases de dibujo, órgano y solfeo. Desde esta temprana edad, me sentí conectada con mi lado creativo, solía pintar, hacía collages, escribía poemas… e incluso hacía pequeñas esculturas o maquetas con las que entonces jugaba. En mi adolescencia realicé mis primeras exploraciones de arte conceptual, sonoro e instalación, aunque ignoraba que lo que entonces creaba es considerado como arte contemporáneo. Tenía la convicción de estudiar artes plásticas, inicié de manera autodidacta con los libros que había en casa.

 

Cursaba el primer año en la preparatoria Emiliano Zapata, la cual fui abandonando paulatinamente para enfocarme a mi formación artística en secreto. Un día tomé valor y le confesé a mi madre, luego a mi padrastro, quienes se opusieron rotundamente a mi decisión. Ahora me hace sentido, mas en aquella época cursé el bachillerato sintiéndome obligada. Para cuando concluí mi educación media superior, opté por ingresar a la Facultad de Medicina, a causa de una delicada situación familiar que se había replicado por segunda vez, de la cual me sentí un tanto responsable. Asumí que ser médica me absolvería, que así me sentiría en paz conmigo misma, y que de alguna manera esto sería un camino para evitar que sucediera en otras familias.

 

No pude estar más equivocada. En poco tiempo me sumergí en una crisis existencial, hasta que tomé la decisión ser fiel a mis intereses. Sin embargo, aún habían inseguridades en mi ser, por lo cual estudié arquitectura. Al ser mi formación desde la cual incursioné de manera profesional, esta me heredó una particular visión, a través de esta comencé a sondear, comprender y dar sentido a mis inquietudes principales que actualmente exploro como artista: el habitar, la relación humana con su entorno, el continuo cuerpo-espacio que se manifiesta a través del tiempo, la percepción, el paisaje. Me titulé a mis veintiocho años, más el salto definitivo a mi práctica artística me tomó siete primaveras más. Durante esta transición pasé por tantas etapas que resultaría larguísimo explicar cada una de estas tal cual sucedieron, creo que lo importante está en cómo me fui construyendo a través de ellas. Me mudé a la ciudad de México, allí realicé mis estudios de maestría y doctorado con temas vinculados con el paisaje, land art y soundscape (arte de la tierra y paisaje sonoro) respectivamente. A la par, estuve cursando talleres de manera constante, desde dibujo y pintura, teoría del arte contemporáneo, hasta tatuaje, creación audiovisual y sonora; siempre fui viajera, mas fue en esta etapa cuando me atreví a salir de mi país para conocer lugares que marcaron profundamente mi enfoque, como los campos de concentración de Auschwitz en Polonia, los museos de Viena, algunos lugares que me parecieron de fantasía en Marruecos, los rincones obscuros en las estaciones de autobuses de ciudades como Bratislava en Eslovaquia. A mis treinta y cinco años estuve viviendo en Barcelona, creo que fue el momento clave en que comencé a tomar fuerza interior para atreverme a ser. Fue una fase de mi vida en que me sentía perdida, hacía mi doctorado, y aunque el tema me fascina, la dirección de mi tutor divergía de lo que yo quería hacer. Creo que esta tensión interna mía, y con mi mundo, fue la que me obligó a decidirme, a ser honesta conmigo.

 

Un año después di el gran paso, había cumplido la edad que tenía mi padre biológico cuando falleció. Experimenté una especie de epifanía, al percatarme de que la vida es para hacer a partir del ser auténtico. Desde entonces, todo ha sido caminar hacia adelante, entregarme a mi más puro sueño: vivir haciendo arte.

Algo que me encanta es que tu obra son piezas únicas, y en cada una nos regalas una parte de ti, cuéntanos, sobre la serie «Enfoque (de)Construido», ¿Cómo surge?, ¿Qué te inspira?

Gracias, aprecio de corazón tu punto de vista. Cuando te las presenté tuve la impresión de que conectaste íntimamente con su intencionalidad, pues recuerdo que comentaste algo así como que los paisajes de la Antártida se perciben inconmensurables, la mirada no nos alcanza para mirarlos, y que mis piezas de esta serie te permitían alcanzar toda esta multidimensionalidad aún estando dentro de un sólo plano: el de la fotografía. Y sí, tuviste entera razón, o, mejor dicho, sensación (prefiero decir). La serie trata en efecto de esto. Esta surge en el 2017, es una de mis primeras exploraciones sobre el paisaje, a partir de haber recibido como obsequio varias de las fotografías que una querida amiga artista originaria de Argentina, Betiana Bellofatto, realiza durante su residencia artística en la Antártida. Ella sabía de mi obsesión con la nieve, por ello tales fotografías fueron el legado que me dejó cuando vivíamos en la Ciudad de México en el 2016, antes de devolverse a su tierra natal. En aquel entonces comenzaba mi análisis del hielo como material plástico, observaba sus cualidades estéticas, narrativas, matéricas, poéticas. Cuando recibí las fotografías, que además son bellísimas, estas me comunicaron su naturaleza tectónica, la cual intuí era mucho más profunda de lo que el campo de visión de una cámara fotográfica puede capturar al revelarse dentro de un solo plano. Luego pensé en lo que es el paisaje: lo que se percibe de un lugar. ¿Y qué tal que la percepción humana puede rebasar sus supuestos límites al simular una visión simultánea desde varias aristas dentro de un solo plano? Como sociedad del siglo XXI hemos heredado, desde las pinturas rupestres, hábitos de aprehensión de la realidad física que nos predisponen como homo videns. Soy de la idea de que una de las misiones de las artes visuales ha sido enseñar al ser humano a mirar, por ejemplo, la evolución del plano bidimensional al tridimensional marcó un cambio de paradigma en el pensamiento colectivo con la invención de la perspectiva en el Renacimiento, luego con el fauvismo y el cubismo en el siglo pasado. De modo que me planté responder a mi pregunta desde la intervención con técnica manual de las fotografías de estos gélidos paisajes. Así, fui creando geometrías que causaran este efecto visual: el de percibir varios enfoques en simultáneo de una misma realidad, como un medio para [de]construir la visión tradicional humana, de guiar al espectador hacia el encuentro con otras posibilidades a través de habitar su propia mirada desde un enfoque construido desde varios planos.

 

Eres una persona que en cuanto entra a un espacio emana paz y definitivamente no representas la edad que tienes –obviamente te ves más chica-, me da curiosidad saber cómo es tu estudio, ¿Cómo te gusta trabajar, a qué hora del día, con o sin música?, ¡dinos!

¡Ay! Me sonrojas. Pues mira que también sentí armonía y tranquilidad cuando entré a tu espacio de trabajo, supongo nos reflejamos mutuamente. Siempre me han dicho que me veo de menos años, desde adolescente. Y creo que somos cada vez más quienes representamos una edad menor física-biológica de la que tenemos. Dicen por allí que es a causa de que pertenecemos a una generación alimentada con más conservadores, ¿será esto? Aunque considero que lo más cierto es que los chavo-rucos, como algunos nos etiquetan, hemos tenido más oportunidad de crecer a nuestro propio ritmo, de auto-conocernos, cuidarnos en más aspectos, no sólo el de apariencia, sino desde lo emocional, mental, espiritual. Además de que en la actualidad existe cada vez más acceso a herramientas cognitivas y prácticas que nos ayudan en este sentido. Y bueno, mi estudio… Estamos acostumbrados al ideal del artista quien habita en un enorme estudio tipo bodega industrial lleno de lienzos, pinturas, pinceles, etcétera; mi caso es diferente, mi espacio básico de trabajo es mi mente, el lugar más infinito, divertido, libre con el que cuento. Puesto que para mí el arte es mi vida entera, me encuentro en mi laboratorio de experimentación –mi imaginación– la mayor parte de mi tiempo, aún cuando duermo.

Soy artista multidisciplinaria, ubico mi práctica en el arte conceptual y procesual; por lo tanto, siempre parto de ideas, de su reflexión, estas mismas me guían hasta llevarme a su me- dio de salida, que va desde lo visual, lo sonoro, hasta lo performático e incluso la instalación. De allí surgen los materiales, con los cuales dialogo, me gusta conocerlos, sentirlos en su esencia, estos me comunican lo que son y en lo que pueden convertirse, además me fascina la fase durante el cual les conozco, me revela nuevos aprendizajes. Para mí, todo esto implica un proceso, este es una parte fundamental en mi obra. Y bien, una vez que una idea atravesó por mi ser hasta permitirme descubrir lo que es, suelo trabajar en soledad, me permito que la música sea mi compañera; para llevar mis ideas a su materialidad prefiero trabajar de día, soy más lucida y tengo más energía, además de que aprovecho los beneficios que brinda la luz natural. Mi naturaleza nómada me facilita el poder trabajar desde dónde me encuentre, la mayoría de las veces en mi estudio que recientemente establecí en Puebla, un lugar pequeño de paredes blancas, con vista al jardín que estoy construyendo desde un amplio ventanal que ilumina hacia el interior; algunas otras veces trabajo desde el estudio de amigos como cuando visito Nueva York, e inclusive en el airbnb del sitio que visite, sobre todo cuando realizo piezas de formato chico, que es algo recurrente en mi práctica. Aunque admito que tengo raíces profundas, me he casado con la idea de habitar para cuidar de un lugar, y de que la arquitectura es la extensión del ser. De manera que anhelo construirme un sitio que sea algo así como la prolongación de mi piel en simbiosis con la Tierra.

 

¿Tienes alguna otra actividad que disfrutes hacer y te complemente?, ¿Qué te inspira en el día a día?

Disfruto vivir, estar presente; es algo en lo que procuro mantenerme enfocada cada día. Comienzo con una meditación y un saludo al sol (yoga); una fresca ducha y un desayuno nutritivo cocinado con calma y cuidado. Practico natación, sin embargo, llevo meses sin nadar. También procuro ejercitar mi cuerpo en el gimnasio, me fascina bailar; actividades que por razones de “sana distancia” he realizado de manera casi nula desde inicios de la última primavera. Me considero una humana disciplinada, lo cual es el balance que he encontrado con respecto a mi actitud libre. Me inspiran demasiadas cosas: lo que leo, las películas que veo, la música, los podcasts, el arte sonoro que escucho, el trabajo de diversos artistas de diferentes épocas, lo que como, lo que visto, los lugares que camino, las charlas con amigos o gente conocida (y desconocida) … Afortunadamente logré tener claro mi enfoque, esto me permite mantenerme relativamente cuerda y con objetivos específicos. En mi búsqueda de indagar el habitar, existen referentes directos relacionados con mi continuo cuerpo-espacio que me revelan rutas a seguir dentro de la creación de mis piezas, esto lo puedo resumir en que mantengo un diálogo constante con la vida; últimamente me ha inspirado el tema de la menstruación, la construcción de la feminidad, de los roles de género que habitamos. De estas ideas voy tejiendo mi red mental, de la que luego surge mi obra.

 

Finalmente, ¿Cómo te gusta ver enmarcada tu obra?, ¿Qué enmarcado le recomendarías a quienes compran tu obra?

Para mí es fundamental que quien enmarque mis piezas conecte con ellas, puesto que la lectura íntima de quien enmarca es la que permite el diálogo con la esencia de lo que estas buscan transmitir. Además, me parece básico trabajar con especialistas en enmarcados, puesto que conocen la vasta diversidad de materiales, cuentan con ellos, dominan la técnica, por lo tanto el resultado es un marco único para cada pieza artística. Esto resulta en profesionalismo tanto del artista como de quien le enmarca su obra. De acuerdo con esto, invito tanto a los artistas como al público en general que pongan en manos su arte a BARRA DE MARCOS, ellos les brindarán un servicio de completa calidad, harán que cada imagen que enmarquen revele todo su potencial con marcos de vanguardia elaborados con cuidado y materiales de alta calidad; además les harán sentir consentidos por el amable trato que nos brindan. Les agradezco profundamente al equipo de BARRA DE MARCOS por enmarcar algunas de las piezas de esta serie que titulé «Enfoque (de)Construido», les quedaron bellísimas.

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